Entre el 4 y el 8 del mes de febrero se ha celebrado el ciclo de conciertos de abono de la Orquesta Sinfónica de Euskadi que un año más ha patrocinado el Grupo Ingeteam, como lleva haciendo desde hace ya 10 años. El ciclo elegido en esta ocasión ha sido el que pivota sobre el violinista canadiense James Ehnes, interpretando el Concierto para violín y orquesta de Samuel Barber.
El concierto se completó en su segunda parte con la sinfonía nº2 Op.27 de Sergei Rachmaninoff, en una combinación que los responsables de  la orquesta han denominado “Rugidos vanidosos”, en referencia a lo excepcional de las circunstancias en las que ambas obras fueron compuestas.

Este ciclo ha dado comienzo el lunes 4 en el Teatro Principal en Vitoria, y tras las funciones de Pamplona (Baluarte) y Bilbao (Euskalduna), ha culminado en las dos funciones del Kursaal en San Sebastián, donde la empresa Indar (Grupo Ingeteam) es el anfitrión del concierto.

En este  concierto, el violín de Ehnes realiza una metamorfosis entre los dos primeros movimientos, dulces y melódicos, y el tercero del concierto de Barber, en el que se desgrana el furor técnico y el espíritu atribulado del autor, con una ejecución magistral en técnica y expresión. Posteriormente el programa regala la sinfonía nº 2 de Rachmaninoff en la que director titular de la OSE, el texano Robert Treviño, ha vuelto a confirmar que su apuesta por esta orquesta es firme, y que su integración con los maestros de la orquesta es un hecho.

Este año en los conciertos de Bilbao y San Sebastián nos han vuelto a acompañar varios invitados, entre los que se encontraban el Consejero de Cultura Bingen Zubiría, y Ana Otadui, Presidenta de las JJGG de Bizkaia en Bilbao, y el Diputado Foral de Hacienda Jabier Larrañaga, el Viceconsejero de Cultura Joxean Muñoz, los presidentes de Adegi y de la Camara de Gipuzkoa, Eduardo Junkera y Pedro Esnaola respectivamente, en San Sebastián, así junto a otros invitados de diferentes empresas del entorno.

Por medio de esta colaboración se establece un encuentro entre la empresa industrial y el mundo de la cultura. El caso de una orquesta sinfónica y su funcionamiento es uno de los mejores ejemplos de trabajo en equipo, que es también la base de la manera de trabajar de una empresa industrial. Además, la empresa no vive aislada del entorno en el que desarrolla su actividad, y este apoyo nos hace sentir que contribuimos al enriquecimiento de la sociedad que nos rodea.